La resistencia vecinal gana una batalla en el desalojo de Ofelia Nieto, 29

Más de un centenar de vecinos apoyan a la familia Gracia González

María Luisa y Francisco (de 76 y 77 años) representan orgullosos a la familia Gracia González. Junto a ellos están María Ángeles y María Luisa, sus dos hijas, y también dos de sus nietas pequeñas. Todos ellos han vivido con tranquilidad durante más de 50 años en el número 29 de la calle de Ofelia Nieto, en la acera perteneciente al distrito de Moncloa-Aravaca. Sin embargo, la calma se tornó en tempestad el pasado 5 de junio, cuando el Ayuntamiento les notificó la necesidad de abandonar el hogar familiar en el que venían residiendo desde 1957.


No era inesperado, pues la familia lleva casi una década pleiteando con el Ayuntamiento, debido a que su inmueble ocupa seis metros de la acera diseñada en el Plan de Urbanismo de 2004. Un razonamiento que no convenció a la familia ni a los muchos vecinos y activistas, que decidieron reaccionar para evitar una expropiación considerada “injusta e irracional”, y detrás de la que, aseguran, «hay una intención especuladora», dado que este solar es el último que queda por liberar para completar una amplia parcela urbanizable. Una parcela, además, cuya altura edificable depende del inmueble de estas familias, debido a su situación en la esquina de la calle.


La resistencia de los Gracia González generó una corriente popular para “luchar por lo que es nuestro y que nadie nos puede robar”, defiende María Luisa. Este convencimiento les llevó a ponerse en contacto con la Asamblea Popular de Tetuán, a la que se han ido sumando grupos de vivienda de toda la capital, que han mostrado desde entonces su incondicional apoyo a la familia.

Desalojo frustrado

En la madrugada del 14 de agosto, más de 150 personas se amotinaron a las puertas del número 29 para evitar la expropiación fijada para ese mismo día. Desde entonces, decenas de personas se fueron turnando en su vigilancia desde la azotea de la vivienda. 15 días después, la noche anterior a que expirara el plazo concedido por el Ayuntamiento para el desalojo, se repitió el episodio y la solidaridad. Pero esta vez no aparecieron ni la Policía ni los funcionarios municipales.


Habían sido muchas horas de vigilia y una demostración de solidaridad que María Ángeles valora especialmente. “La calidad humana ha sido inmensa, nos han sorprendido cada día. Para nosotros ya no es apoyo, son personas de la familia”, explicaba a este periódico.

Entre las muchas personas que han llegado dispuestas a colaborar con la familia destaca Cristina, madre de dos niños y activista de la Plataforma por la Vivienda. Ha dejado en casa a sus pequeños por unos días para “mudarse” a la que es ya su segunda casa y donde el último día pernoctaron más de 150 personas. Como muchas otras, está mostrando todo su apoyo a una familia que el pasado agosto obtuvo dos victorias, pero que aún no puede dormir tranquila, esperando quizá una nueva notificación judicial que vuelva a poner su residencia en peligro. De momento, el juez de lo contencioso-administrativo número 4 de Madrid acaba de denegar la ampliación del plazo para el derribo que solicitaba el Ayuntamiento, lo que da un mayor respiro a la familia. Si el Consistorio persiste en desalojar el inmueble deberá ahora iniciar de nuevo el proceso de solicitud para efectuar el derribo.

Raquel Frutos / Foto: Hugo Atman


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