Hasta 4.000 mujeres pasan al año por la Fundación Madrina

Es una entidad provida, que ayuda a embarazadas y madres solteras sin recursos

Coral Mateos conoció la Fundación Madrina por un sacerdote de su barrio. Aquí le quitaron la idea de que abortara, cuando a los 18 años se quedó embarazada de su novio, al que no quería contárselo porque la relación no era buena. “Pensé incluso en abortar y seguir con él sin que se enterara. Sólo me apoyaba mi hermana, ni siquiera mis amigas… Me sentía muy sola”. Sus padres están separados y la única persona con la que mantenía contacto era su abuela. Coral estuvo viviendo en un piso de la Comunidad de Madrid para jóvenes sin medios que están buscando empleo, “pero si quedas embarazada, te echan”. El día para que el que estaba programado su aborto, un 22 de enero, se quedó en la cama durmiendo todo el día.


Ahora es una de los más de 100 voluntarios que trabajan para la fundación (desde hace 14 años en la calle del Limonero), que ayuda a embarazadas y madres solteras en exclusión social con niños de hasta tres años y vive de “subvenciones de la Administración pública (para los pisos de acogida, indica) y donaciones privadas”, según su presidente, Conrado Giménez.

Atención en todo el mundo

Coral es una de las personas a cargo del call center, un servicio de atención telefónica “de emergencia” para todos los países de habla hispana. “Ahora escucho a chicas que están pasando por lo mismo que yo”, relata. También se comunican por correo electrónico con chicas en apuros, a las que facilitan recursos a su alcance, en cada lugar, para que no interrumpan su embarazo. Esto es posible gracias a la “Guía solidaria”, un manual elaborado por la conocida como Red Madrina.


Por sus oficinas pasan una media anual de 4.000 usuarias. “No damos abasto”, dice esta voluntaria. “Tenemos una lista de espera de dos o tres meses. Nos llegan todo tipo de casos”. Los más complicados, puntualiza el presidente, y hasta un 75% de ellos derivados de los Servicios Sociales. Conrado Giménez no quiere entrar en el papel del Estado en las situaciones de desigualdad y vulnerabilidad: “Lo que hay que hacer es actuar. En la Edad Media fue la Iglesia quien empezó a hacerse cargo de los pobres”, comenta. “Da igual quien se ocupe”.


El presidente de esta entidad es seglar, “pero religioso”. Las imágenes de vírgenes están por toda la sede y también en su despacho. Para él, este problema se solucionaría con medidas económicas. “Se han retirado las ayudas a las madres, y eso es determinante, al igual que la conciliación laboral. Debería haber un salario base maternal, como sucede en los países nórdicos”.


Según el presidente, los casos de desnutrición infantil que les llegan se han cuadruplicado en los últimos años. Para hacerle frente cuentan con un “banco del bebé”, con el que se suministra a las madres medicinas, alimentos y ropa.

Formación y empleo

Las madres pueden dejar a sus hijos con una cuidadora mientras reciben clase. Tienen guardería y zona de lactancia y las usuarias reciben atención médica y sociosanitaria, psicológica (obligatoria hasta los 20 años) y a veces también psiquiátrica.


La fundación ofrece, además, clases de informática, inglés y servicio doméstico. “Estamos sometidos a un nivel de estrés muy fuerte, porque vienen chicas con muchos problemas, pero es muy gratificante cuando encuentran un trabajo”, dice la profesora del taller de búsqueda de empleo y coordinadora del Departamento de Formación y Empleo de la fundación, Nieves Cubero, que coloca en un 20% al año la inserción laboral.


La “Operación patuco” (donación de artículos para el bebé de particulares y empresas), “Belleza solidaria” (confección de pulseras con las que se obtiene dinero para leche y pañales) o el “Proyecto diamante” (ejecutivas de grandes empresas que forman a futuras emprendedoras) son otros de sus programas.

Cristina Sánchez


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