Espacio Naranjo busca la manera de reinventarse

Precintado por no tener una licencia acorde con su actividad

Qué hacer cuando una actividad no genera beneficios económicos y la Administración exige un permiso para cuya consecución todo se traduce en dinero. Ésa es la encrucijada en la que se encuentra Espacio Naranjo (Naranjo, 33), un local de producción y difusión artística, que en los últimos siete años ha sido punto de encuentro de pintores, escultores, diseñadores, músicos, fotógrafos o videoartistas, muchos de ellos afincados en el barrio y procedentes de distintos países. El pasado 2 de junio, y después de una carta que avisaba del cese de la actividad, el Consistorio ordenó el cierre de la nave, por no disponer de la licencia adecuada.


“Cómo reflejar en una licencia lo que aquí hacemos, si lo mismo se pinta un cuadro que se hace una obra de teatro”, explica, entre incrédulo e indignado, Andrés Montes, coordinador de este taller multidisciplinar, que está constituido como una asociación cultural y que cuenta con siete estudios individuales y una sala de exposición en la que los artistas exhiben sus obras y además se organizan conciertos, cursos y coloquios gratuitos.


La licencia que tiene Espacio Naranjo (la que consiguió la persona que estaba al cargo de ello anteriormente) es la de un taller para pintura artística, que es lo que empezó siendo. Con el tiempo, el espacio se ha abierto a nuevos proyectos (ya comisarían muestras de artistas de fuera, por ejemplo), ha crecido y se ha diversificado. Según el coordinador, el trabajo que se lleva a cabo ahora es tan heterogéneo y cambiante que resulta muy difícil concretar qué tipo de licencia necesitan: “De hecho, ni el Ayuntamiento lo sabe”, indica, refiriéndose a sus últimas conversaciones, antes del cambio de Gobierno.


Andrés no tiene duda alguna sobre el cierre: “Detrás hay, por un lado, un claro interés especulativo y, por otro, el deseo de controlar lo que hacemos”. Aparte de la cuantía de la nueva licencia, cuenta que ya sólo pagar a los técnicos para que certifiquen las condiciones (de seguridad, accesibilidad…) de la instalación les supondría una suma altísima, “a la que no podemos hacer frente”. Ni quieren. “Yo entiendo que tiene que haber ciertas normas y controles, pero con estos mecanismos lo que están haciendo es prohibir la cultura. Hay una persecución de aquello que no entra dentro de sus esquemas, de todo lo que conlleva una acción independiente, alternativa, diferente y ésa es nuestra esencia: no queremos ser un centro cultural”, expone.


La entrada en el Ayuntamiento de Ahora Madrid les ha abierto una puerta a la esperanza (aunque insisten en que no quieren recibir un trato especial), pero mientras se definen sus políticas en Espacio Naranjo siguen dándole vueltas a cómo salir de esta situación: hay que seguir pagando el alquiler y el tiempo corre en su contra.

Cristina Sánchez



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