El huerto urbano de La Ventilla ya goza de gran apoyo popular

Cada sábado, un buen número de vecinos acude al solar para interesarse o participar

“Dar uso a los espacios vacíos de la ciudad; convertir solares en tierra viva; sembrar buenas prácticas para recoger hábitos saludables, y convertir la urbe en un lugar más amable”. Como reza la declaración de intenciones que se recoge en el blog del proyecto Tierra Aire (http://tierraaire.wordpress.com/), cada vez son más los distritos de Madrid y de toda España (en ciudades como Nueva York también se está popularizando esta iniciativa) que se interesan por recuperar solares en desuso, para trabajar en ellos y poder obtener alimentos ecológicos.
Y Tetuán no podía ser menos: ya a principios de este año comenzaron los talleres del Huerto Urbano, que consistían en clases teóricas sobre el diseño de un huerto, la siembra… y que se estuvieron impartiendo en la sede de la asociación de vecinos Ventilla-Almenara, hasta que el colectivo encargado del proyecto dispuso de un solar en el que proseguir con la parte práctica: la puesta en marcha del huerto, que se emplaza en la calle de los Mártires de la Ventilla esquina con San Aquilino.
Así, el pasado 13 de marzo ya se pudo ofrecer a todo aquel interesado el primer taller in situ, donde además de trabajar en el huerto se ha montado un invernadero ocular.
Cada sábado a las 12 del mediodía, hasta el momento un grupo de unas 50 personas se reúne en el solar de La Ventilla para continuar con la faena. Pero desde la organización se quiere “dejar muy claro al vecindario que el huerto es un espacio abierto para quien quiera colaborar”, que no necesariamente tiene que ser residente en Tetuán.
Si uno se pasea por la dirección web antes mencionada, descubre el movimiento que se está generando alrededor de la iniciativa del huerto urbano. Una gran cantidad de personas interesadas en ello preguntan, aconsejan, proponen o directamente se suman a una actividad que, por encima de todo, es un logro popular por conseguir recuperar el contacto del individuo con la tierra –curiosamente bajo la sombra de las Torres Kio–, y por fortalecer el entramado vecinal, fomentando la relación y la colaboración entre personas de distintas generaciones. “Gracias a Tomás, un vecino que se acercó a curiosear, supimos cómo emplear la azada para no dejarnos las lumbares”; “Dispongo de simiente de perejil para regalaros, si la queréis”: mensajes como éstos colgados en el blog son un buen ejemplo de ello.

CRISTINA SÁNCHEZ

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